

Mi amiga Ángela me preguntaba el otro día para qué sirve el coaching. Le recordé que las personas, a veces, pasamos por estragos internos o externos. La vida no es fácil y cómo decidimos vivirla puede no serlo tampoco. Creo que el ser humano, además de estupenda piel y huesos -que anda que no tenemos que agradecerles cosas-, es mente, emoción e instinto. A menudo, nos acaba gobernando uno de ellos, cuando en realidad han de trabajar como un equipo unido. Pero es que creo que el ser humano es también algo más grande. Esa chispa asoma a veces, de forma fugaz, en un gesto cotidiano, en una mirada, en un silencio, en un encuentro… Cuando la percibo, lo que siento es agradecimiento por ser y estar. Un encuentro y acompañamiento humanoLas sesiones de coaching son un proceso de acompañamiento humano, porque los seres humanos resonamos más y mejor en compañía. En ellas, acogiendo a la persona con apertura, respeto, sin juicios y con tierna determinación, esa chispa se muestra y puede convertirse en una potente luz. Nadie puede hacer el camino de otro, pero sí puede mostrarle algo que quizás no está viendo y que es esencial para tener una vida más plena. Una sesión de coaching es un encuentro entre dos personas -aunque también puede ser para equipos- en el que una manifiesta sus anhelos o explica la situación en la que se encuentra y la otra, con sus habilidades entrenadas y la formación necesaria, le acompaña para que tenga una visión más completa, conecte con su sabiduría interna y abra nuevas posibilidades. Despertar nuestros talentosEntre ambas, generan un espacio de confianza, un espacio creativo en el que el cliente puede encontrar más fácilmente el cofre del tesoro que alberga cada ser humano en su interior. Le expliqué a Ángela que lo llamo así, porque ahí, en ese lugar donde tanto nos cuesta mirar, bien adentro, están los dones más preciados y auténticos de cada persona. Desgraciadamente, podemos dejar transcurrir toda nuestra vida sin conocerlos y desplegarlos, desconectados de quienes realmente somos y aceptando una vida insulsa como poco. ¿No es eso una pena?, le pregunté. El tiempo y la energía con la que contamos es limitada. En estos momentos en los que los desafíos parecen haberse multiplicado, necesitamos despertar nuestros talentos más profundos. Ángela estuvo de acuerdo. Quizás a ti también te interese. Por eso he escrito este correo. Si tienes cualquier duda, quieres saber más sobre esta cuestión o quieres experimentar los beneficios del coaching, estoy a tu disposición. Un fuerte abrazo. |