Estas Navidades echaron por la tele las pelis de Harry Potter.
No sé si te gustan o no. En realidad, es lo de menos. El correo de hoy no va sobre gustos, que son muy personales.
A lo que voy es que en una de las pelis Harry y sus amigos buscan un sitio seguro y oculto donde prepararse para los momentos difíciles que se avecinan.
Por arte de magia, algo normal en la escuela de Hogwarts, dan con la Sala de los Menesteres.
Es una sala curiosa. Solo se puede entrar si tienes una necesidad real. Una vez dentro, la sala siempre está preparada para dar respuesta a lo que necesitas. Sea lo que sea.
Pocos días después de ver la peli, estaba meditando una mañana.
No reflexionando. Meditando.
Empecé a ir más adentro de mí. Más bien, me dejaba caer en mi interior. Más y más profundo cada vez.
Sentí miedo, como si pudiera perderme en el camino y aquello parecía no tener fondo, así que me ayudé a seguir con unas respiraciones profundas.
Continúe cayendo dentro de mí no sé por cuánto tiempo.
El caso es que allí dentro no había NADA.
Y sin embargo allí estaba TODO.
No había pensamientos. No había imágenes. Solo sensaciones.
En algún momento dejé de caer.
Entonces sentí una paz indescriptible. Era una mezcla de paz y seguridad. Una confianza, una certeza absoluta.
No era confianza en algo o en alguien externo. Era la confianza de que todo lo que necesitaba, fuera lo que fuera, estaba ahí adentro.
Había encontrado por arte de magia mi Sala de los Menesteres.
Me quedé un rato allí. Después, las cosas volvieron a lo normal, ya sabes, el día a día.
Evidentemente, no siempre estamos ahí. Pero es bueno saber que podemos volver y tomar lo que necesitamos.
Y tú, ¿has encontrado ya tu Sala de los Menesteres?
Si tienes dificultades para dar con ella, te animo a que pruebes el coaching: Sesiones de coaching.
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Que tengas un gran día.