Un día, poco antes de empezar la universidad, con 17 tiernos años, estaba hablando con mi mejor amiga del instituto. Estábamos en su casa.
Su padre andaba por allí y entró en la conversación. Me caía muy bien. Tenía una voz pausada y decía cosas que te hacían pensar.
Charlamos sobre los estudios y mencionamos el futuro profesional. En un momento dado, nos dijo algo que siempre he recordado:
– “Mirad, el mundo laboral es una jungla y quien diga lo contrario miente”.
Me he acordado muchas veces de esta frase. La menciono a menudo en las sesiones de coaching y en las formaciones de comunicación y de inteligencia emocional.
La relaciono con aquella frase del capitán Furillo en Canción triste de Hill Street: “Tengan cuidado ahí fuera”.
Creo de veras que el mundo profesional es apasionante.
Y que trabajar desde el desarrollo personal es fascinante. Confiar en las inmensas capacidades del ser humano es la leche.
Pero que tenga esa pasión no quiere decir que no me proteja. Ser coach no quiere decir ser una buenista profesional.
Creer en la intención positiva no es creer que todo el mundo va a desearte lo mejor y a tratarte fenomenal.
El coaching me ha hecho más consciente de mis fortalezas y de mis vulnerabilidades. Y me ha ayudado mucho con las segundas.
No creo que la jungla se dé solo en el ámbito laboral. Creo que el mundo en sí, incluido el ámbito personal, puede ser feroz.
Puede que alguien te pegue un buen bocado en alguna ocasión, porque esas son cosas que suceden en la jungla. A lo mejor ya te ha pasado.
Bueno, de todo se aprende.
Por eso digo: “Ética sí, buenismo no”. No podemos pecar de ingenuos. Debemos cuidar de nosotros mismos. Esa es nuestra primera y más grande responsabilidad.
Ten un código de valores y respétalo, pero no esperes que todos lo compartan. Los demás viven según sus reglas, que pueden ser muy distintas a las tuyas.
No quiero sonar alarmista ni pesimista ni nada de eso. Más bien, apasionadamente realista.
Desde mi punto de vista, amar la vida y a las personas quiere decir asumir riesgos conscientes y tejer tu propia red de protección. Porque vivir es arriesgado y apasionante, pero siempre ha de haber un margen para la seguridad.
Si quieres que tus paseos por la jungla sean más seguros y, de paso, descubrir un buen puñado de fortalezas por el camino, puedo ayudarte.
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Un abrazo. Y acuérdate de Furillo.
Livia